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Nuestro pueblo evoluciona 

Rocío M. Natalia M. Paula A. Pegalajar, 2017

La charca es un embalse que recoge agua del nacimiento de la Fuente de la Reja. Antes era una presa con un muro de piedra de contención y había unas compuertas donde salía el agua a través de una intrincada red de acequias. Regaban las huertas, olivares, el núcleo urbano, además  en los cauces superiores donde regaban la población, haciendo así que crezca Pegalajar.

Este manantial nunca ha sido suficiente para regar todas las tierras, además de los numerosos años de sequía.

El origen de las aguas de la Fuente de la Reja para utilizarlas de riego en las huertas del término no se conoce nada seguro. Se han encontrado datos que se remontan en el año 1469 y 1470 que hace referencia a la Fuente Vieja, nombre que se conoció a la Fuente de la Reja hasta el siglo XIX.

En el siglo XVII, aparecieron referencias a las aguas de la Fuente de la Reja y la Huerta en la bibliografía de la época. Así Francisco Rus Puerta, dice en 1646 en su Corografía: “Tiene (Pegalajar) una fuente de donde nace un muy grande golpe de aguas muy buenas, limpias y frías con que se riegan muchas huertas y cantidad de tierra”.

Más adelante, en 1752 se hace alusión a la gran importancia que para la agricultura local tenían los riegos de la Fuente Vieja y el Río Guadalbullón, con los que se regaban olivos, viñas… Encontramos por primera vez escrito el nombre Balsa, en alusión al estanque que embalsa las aguas de la Fuente Vieja, en cuyas proximidades había plantados algunos morales.

En el año 1860 se elaboró un nuevo reglamento. Junto a éste se hizo un censo de propietarios para el reparto de aguas. Con el tiempo, los reglamentos quedaban anticuados en la distribución de las parcelas.

Sobre 1842, el Diccionario de Madoz recoge la importancia para la economía de la población de la Fuente de la Reja y la Charca:

“A corta distancia de la villa hay un nacimiento de agua muy considerable, el cual forma un estanque con el que se proporciona algún riego y se mueven varios molinos“.

 

En cuanto a la primera reforma de la Charca de se realizó a principios del siglo XVII.. Está decorado de elementos heráldicos, las armas de Felipe III y las de la propia villa, en la que figura la siguiente descripción, que ya recogió Bernardo de Espinalt en su obra Atlante Español, de 1787:

“Reynando en España el rey D. Felipe III Mandó hacer esta obra la villa de Pegalajar año de 1605″

 

Además se produjo una erosión en la Serrezuela, cuyas escorrentías llegaban a la Charca, provocaba sedimentación y con el tiempo la consiguiente disminución del volumen de almacenaje, por lo que su limpieza se hacía necesaria. Otro problema era el mal estado de la muralla, causa de filtraciones y abundante pérdida de agua. Éstas eran las principales razones que se aducían para las periódicas limpiezas de la Balsa, también en el proyecto de reforma de 1903, además de “por bien de la salud pública“, debido al estancamiento de las aguas.

 

Pero hubo una reforma de la charca en 1903, en la que consistió en el amurallamiento de todo su contorno hasta el nivel de la tierra de la Alameda en una extensión semejante a la actual. Pero tuvo un grave problema de las filtraciones, tanto por el muro como por el suelo.

Durante el período de la Segunda República, el tema de la reforma de la Charca va a ser una de las principales preocupaciones del Ayuntamiento. El importante presupuesto que suponía esta obra, estaba lejos de su esfuerzo y  de la Sociedad de Agricultores. Ambos, en 1932, solicitaron al ministerio de Obras Públicas el dinero necesario para la reforma del embalse, basándose principalmente en las consideraciones sanitarias, intentos que continuaron en los años siguientes. El inicio de la Guerra Civil paralizó estas actuaciones. 

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